Frontera sur de Europa ::: El peso del hambre

Por : Richard Mateos / Fotografía AK

Son las nueve de la mañana y comienza el movimiento. Miles de personas se afanan en recoger la mercancía que poco a poco va siendo depositada en esta inmensa explanada, y, a la carrera, tras cargarla en sus espaldas, suben por una rampa de unos 300 metros, entran por la puerta del paso fronterizo y pasan los tornos que separan España de Marruecos.

Barrio Chino. Foto: AK

Se trabaja a destajo, ya que porteadoras y porteadores cobran de 3 a 5 euros por paquete transportado: se escuchan gritos, carreras, empujones, furgonetas, motos y camiones que van depositando la mercancía. Este rito se repite a diario de lunes a jueves, desde las 9 hasta las 13 horas, aunque el horario nunca es seguro como comprobaremos más adelante.

Porteadoras Barrio Chino. Melilla. Archivo lemigrant.

Aquí, hemos quedado con Abdelkader El-founti, (Ak para abreviar) sindicalista de la CGT: una de las organizaciones que junto a Prodein y la Asociación pro derechos humanos de Melilla se ocupan de dar apoyo a las porteadoras.
Nos situamos junto a la puerta del paso fronterizo y seguimos con atención la evolución del trabajo. A nuestra izquierda, escuchamos un chirrido constante: “Están colocando la nueva maya anti trepa”, señala Ak.

¿Quiénes desempeñan este trabajo?

Ak, explica: “Mujeres mayores que no cobran pensión, mujeres divorciadas o rechazadas por su familia, personas con minusvalía, y, últimamente también hay hombres jóvenes y fuertes que están desplazando a las porteadoras. En general, aquí se mete gente que ve en esto la única salida para llevar un jornal a su casa; es la única salida para esta gente, no sólo porque se trata de un trabajo durísimo, sino también porque está desregulado (no hay derechos laborales).”

Mientras escuchamos sus explicaciones, llega a nuestra altura una porteadora que, tras los saludos de rigor, nos cuenta que últimamente no pueden trabajar, ya que los hombres las están desplazando, y pide que la Guardia Civil les facilite el trabajo mediante la apertura de un pasillo a parte para que ellas puedan pasar, al igual que se hace con las personas con diversidad funcional.
“Claro, es que no pueden competir con los hombres. Antes el trabajo era de ellas, pero ahora cada vez se meten más hombres”, dice Ak. Tendremos que presionar para que la Guardia Civil les abra un camino, continúa Ak. La mujer reanuda su paso, y Ak saluda a otro porteador: “Es albañil, pero cuando falta el trabajo se mete a esto” nos explica.

Continúa el trasiego de personas y de mercancías: un guardia civil, rasga con un cuchillo uno de los paquetes que transporta una porteadora. Desconocemos el motivo de esta acción. Cabe suponer que el agente sospecha algo y trata de verificar el contenido del paquete, pero la mercancía no es confiscada, y la porteadora debe volver sobre sus pasos, cerrar el paquete y volver a intentarlo.
Mientras esto ocurre, una guardia civil golpea con su porra un paquete que otra porteadora transporta en una patineta. El bulto cae al suelo, y dos porteadores se acercan para ayudar a la mujer a cargar de nuevo el paquete y reanudar su marcha.

Dris. Barrio Chino. Foto: AK

De pronto, pasa a nuestra altura Dris, (un porteador ciego) que camina transportando varios bultos, y que se apoya en las voces de algunas personas que le van guiando: !Sigue recto!. !Continúa, que vas bien!.
Dris termina su viaje y le abordamos. Mientras entrelazamos nuestras manos nos cuenta que tiene 6 hijos (chicos y chicas) y que una de ellas vive en su casa, ya que está divorciada y tiene a tres críos que mantener. Dice que su falta de visión tendría remedio si tuviera 3000 euros que le piden para la operación, y nos pide que encontremos a alguna ONG española que pueda ayudarle: nosotros permanecemos en silencio, Dris se despide afectuosamente y continúa su camino.

Siguen las toses de los motores de las motos, las furgonetas, los camiones, los gritos. Gritos que ya de por si son ensordecedores, y aún así de pronto sube el volumen:
!”Mira, mira, mira, mira!: !Un gorrilla cerrando la frontera!. !Un gorrilla cerrando la frontera!”. Es Ak el que da voces, escandalizado de que en lugar de un agente de la autoridad, sea un gorrilla el que cierre la verja del paso fronterizo (paso que se cerró a las 11 de la mañana, en lugar de a las 13 horas).

Capitán Gallego. Barrio Chino. Foto: AK

Aparece Juan Antonio Gallego, capitán de frontera desde hace cuatro años, y que ahora ha pasado a la reserva, y se dedica a atender a la prensa, y a trabajar en la oficina de Acción social de la Guardia civil. Con él, nos hemos citado para que nos explique la labor que realiza la Guardia civil, y para que nos ayude a localizar a las personas con diversidad funcional, motivo que nos trajo a la frontera.

Chalecos y gorrillas

Le preguntamos por la implantación de los chalecos y los gorrillas. Explica que poco a poco, iba aumentando el volumen de personas y de mercancías, que deben ser controladas por 8 guardias civiles (muy pocos, señala) y esa es la razón por la que se buscó a personas de confianza dentro de los porteadores para que ayudaran a organizar el trabajo y se evitaran problemas de orden público. Se distribuyeron chalecos y gorras, y unas personas hacen de chalecos, y otras de gorrillas. Se encargan de organizar la cola bajo el control de la Guardia Civil. Estas personas también transportan mercancías, así que para que ayuden a la Guardia Civil, lo que se hace es que en momentos concretos de la mañana se les facilita que puedan transportar todos los bultos que sean capaces por un pasillo que transcurre pegado a la valla. Además, se les deja acercar hasta la puerta los vehículos en los que transportan la mercancía: a algunos de ellos, señala el capitán, les manda que acompañen a las personas ciegas que hacen de porteadoras.

Barrio Chino. Foto: AK

“Es lo que puedo hacer por ellas: no voy a llevarles los bultos” señala el capitán.
Ak, sin embargo, sostiene que ni chalecos ni gorrillas sirven para evitar abusos, ya que sirven a intereses empresariales, así que cuando controlan las colas, lo hacen para que primero pase la mercancía de su gente, y después las de los demás. Algunos, sigue diciendo, son reclutados, de entre los jóvenes que de vez en cuando tiran piedras en la frontera para reivindicar la marroquinidad de Melilla. “Reclutándoles para esto, se evita que la líen”.

Preguntamos al capitán por los motivos del cierre de la frontera: se ha cerrado antes de lo previsto, y durante la semana pasada permaneció cerrada, lo cual impide el trabajo de las porteadoras. “En el 90 por cien de los casos, son los aduaneros marroquíes los que la cierran. A veces es porque llega mercancía nueva que no tienen controlada”.

Barrio Chino. Foto: AK

También le preguntamos por el control de la mercancía: esto es, como se cercioran de que no se pase mercancía ilegal. “Lo que se pasa habitualmente, es tela barata para hacer chilavas, y zapatos usados. Es un comercio muy importante, y los empresarios saben que si les pillamos haciendo algo ilegal se exponen a que les cerremos: esto no quiere decir que no se nos cuele algo, ya que son miles y miles de bultos los que pasan por aquí. Los aduaneros marroquíes nos piden que colaboremos con ellos para impedir el paso de bebidas alcohólicas, y en esto tratamos de colaborar con ellos”.

Mientras charlamos, aparecen personas con diversidad funcional y el capitán nos acompaña para que hablemos con ellas. La gente le saluda: !Capitán bueno! !Quédate, capitán!. “Ya veis lo que me quieren”, apunta el capitán Gallego: llevo siempre un botiquín en mi coche y les doy de la farmacia del ejército Ibuprofeno y otros calmantes. En verano nos ocupamos de que venga la Cruz roja, por los golpes de calor, y a las personas que conozco que tienen algo serio, les doy dinero para que puedan hacerse análisis médicos”. La sanidad en Marruecos, es muy cara, sigue el capitán.

Una mujer se acerca acompañada por un gorrilla. Nos cuenta que como es ciega, la Guardia civil le abre un camino, pero que se accidenta con mucha frecuencia y está muy mal de los huesos. A nuestro alrededor se arremolinan muchas personas, pendientes de nuestra conversación, y expectantes por si pudiera abrirse de nuevo la frontera, pero la frontera permanecerá cerrada durante toda la mañana.

La trastienda: ¿qué hay detrás del trabajo de las porteadoras?

Barrio Chino. Archivo lemigrant.

Según Yasin Puertas (Diario El mundo, 7 de abril del 2013), el negocio de las porteadoras mueve unos 600.000.000 de euros anuales. De un lado, Melilla está fuera de la unión aduanera de Europa y percibe por la mercancía que llega la ciudad el 10 por ciento en concepto de impuesto de importación; de otro lado, se estima que en Marruecos, unas 400.000 familias dependen de este negocio, ya que no sólo hay que tener en cuenta a las porteadoras, sino también a los comerciantes y camioneros que se encargan de la logística necesaria para que el trasiego de mercancías sea posible. Por esta razón, aunque el trabajo de las porteadoras es muy duro y carente de derechos sociolaborales, nadie en ambos lados de la frontera se plantea alternativas serias para terminar con este comercio que en Melilla se denomina comercio atípico, y que en Marruecos llaman sin rubor contrabando.

Sin derechos.

Abdelkader el Founti, el sindicalista de la CGT, sostiene que ni Marruecos ni España están trabajando seriamente para regular este trabajo y garantizar que las porteadoras tengan derechos laborales y prestaciones sociales (atención sanitaria, prestaciones por desempleo, etc), así que mientras esto continúe así, lo único que nos queda es presionar porque se cumplan unos mínimos: que les abran un camino a las mujeres, evitar los abusos. También, algunas acuden a un banco de alimentos que gestionamos en el barrio de María Cristina”. Ojalá, acaben tomando conciencia de que tienen que organizarse y monten una cooperativa, algo que les permita tener una voz para reivindicar sus derechos, dice Ak.

Beni Enzar. Archivo lemigrant.

Un conductor de autobuses que hace el recorrido hasta el Barrio chino, nos cuenta que por su trabajo, ha visto muchos abusos en la frontera: “Mujeres mayores que cargan bultos de hasta 80 y 90 kilos, personas que caen al suelo y nadie les ayuda, hombres jóvenes que les quitan los bultos y les pegan (a pesar de que ellos están sanos y podrían ganarse el pan de otra manera, sostiene). Esto, continúa el conductor, “Marruecos y España lo permiten, porque da mucho dinero, y todos sabemos que los aduaneros marroquíes se llevan sus comisiones”.

Sobre la presencia de personas con diversidad funcional Ak apunta: “Claro, Marruecos ni da subsidios, ni formación, así que su única salida es esta!”.

Dos guardias civiles a los que mantendremos en el anonimato, van más lejos y apuntan que, más allá del paternalismo, para los empresarios tiene un gran valor que haya personas con discapacidad: “Saben que vamos a dejarles pasar sin que tengan que hacer colas, y además se garantizan que los aduaneros marroquíes no les quiten la mercancía”.

Mimoun Aziza, nacido en Nador (la ciudad fronteriza más cercana a Melilla) y profesor de Historia en la universidad de Mequinez, sostiene que, “a estas personas, no les van a pegar ni a quitar la mercancía, porque todavía pesan aquí los preceptos morales y religiosos”.


Fuente : http://www.lemigrant.net/


 

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