))) medios alternativos ((( construimos comunicación participativa

«los GRANDES medios ´´ los oficialistas , las grandes corporaciones , los que hacen de la noticia un NEGOCIO ,mercantilizando a la gente ,  su comportamiento y estructura en cualquier parte del mundo es similar  , por tal motivo consideramos de sumo interés la nota de la periodista argentina , en una España revuelta , donde los MEDIOS ALTERNATIVOS  construidos por la gente se plantean «la existencia de otro tipo de comunicación e información ´´  de producción colectiva y participativa

 todos y todas SOMOS antena

Nota escrita por Claudia Acuña / Periodista argentina

Nos han enseñado que la construcción de una noticia se basa en un molde: la pirámide invertida. Nos han enseñado que esa pirámide se edifica sobre cuatro preguntas básicas: quién, cuándo, cómo y dónde.

Y así, fácil y clarito, nos han enseñado a mentir.
A nosotros, los periodistas profesionales.
En tiempos en los que la verdad es cada vez más compleja, la realidad cada vez más confusa y el poder cada vez más opaco, algo queda claro: la construcción de la noticia es un campo de batalla. Quién habla, en qué contexto, en qué términos y desde qué lugar determina eso que por costumbre llamamos “agenda”, pero que en realidad representa aquello que podemos poner en palabras y en común.
Nuestros problemas, nuestros intereses, nuestros destinos sociales.
La artista feminista norteamericana Suzanne Lacy lo representó en una obra magnífica y sencilla que denominó El tanque. Refería así a un arma capaz de derribar muros, abrir grietas y expandir horizontes. La representó de una manera sencilla: colocó en el museo Tate Modern 100 mesas, con cuatro sillas cada una. Sentó allí a 400 mujeres mayores de 60 años y las puso a conversar. La obra consistía sólo en eso: en mirar, en escuchar ese murmullo y en admirar la máquina social que había sido capaz de realizar una de las mayores revoluciones silenciosas, esa que por costumbre llamamos “liberación femenina”.
Lacy nos señalaba así el poder de la conversación, pero también nos indicaba el escenario de las batallas mediáticas contemporáneas.
Los medios no están invitados a esa mesa: se meten.
Interfieren en la conversación tratando de imponer en nuestras bocas sus propias palabras y en nuestras cabezas sus propios intereses. Eso que por costumbre llamamos corporación es, ni más ni menos, el menú fijo que se impone en la mesa y que nos obliga a pensar que las cosas son así y los cambios, imposibles de ser llevados a cabo por nosotros mismos.
¿Así cómo?
¿Imposible por qué?
El escritor César Aira escribió en su hermoso libro Cumpleaños una frase que siempre encontré como el mejor anuncio de lo que representó en nuestro país el terremoto de diciembre de 2001. Escribió Aira: “Cualquier cambio es un cambio de tema”.
Cambiar de tema, producir un cambio es un atributo del poder.
Los medios corporativos nos imponen los suyos: los monopolizan. Esa es su tarea y razón de ser. El fundamento de la pirámide: desde arriba, emiten.
Lo hacen de forma atractiva y artera.
Y ensordecedora: si hay desmentidas, respuestas, contraataques, mejor. Son palabras que siguen bailando a su ritmo.
La noticia así tiene la lógica del desperdicio: se usa mientras dura y se tira cuando ya no sirve.
Y que pase el escándalo que sigue.
Los medios corporativos son, básicamente, una fábrica de producción de ruido y basura con el cual ahogan el murmullo social.
No es casual que en diciembre de 2001 se abriera el período de menor encendido de tevé, venta de diarios y revistas y baja de audiencia de la radio: la gente había comenzado a hablar entre sí, de sí misma. Primero en la cola de los bancos colapsados, luego en las esquinas y parques. El otro gran momento de conversación social habrá que buscarlo en las filas espontáneas que se formaron en la despedida de Néstor Kirchner. Eran filas silenciosas, es cierto, pero que decían muchas cosas y con variados lenguajes: con los pies, con los carteles escritos con marcadores, con los claveles aferrados en la mano, con la congoja, con la emoción.
En ambos casos, el quién, cuándo, cómo y dónde se extravió: cualquiera hablaba con cualquiera en cualquier lado y de cualquier forma.
En ambos casos quedó claro que lo importante es el qué.
Eso es noticia.
Desde hace un tiempo en las mesas y en las calles (sobre todo las virtuales, esas que por costumbre llamamos “redes sociales”) también queda claro otra cosa: nos coparon la conversación.
Es un clásico de los tiempos electorales, donde expertos y rosqueros, sicarios y doctores se venden para encontrar métodos, técnicas, imágenes y colores capaces de secuestrar nuestra conversación.
¿Lo logran porque son genios de la manipulación, atorrantes atractivos, verseros entrenados?
Seguramente son todas esas y peores cosas.
Seguramente y también porque los tiempos electorales representan la elección de futuros posibles, que hoy no se ven ni tan claros ni tan esperanzadores, ni tan oscuros y desesperantes como cuando, al borde del precipicio, decidimos confiar solo en nosotros y los otros.
¿Cómo recuperar nuestro poder de crear conversación, resistir las operaciones de la prensa corporativa y producir cambios sociales que honren nuestros intereses?
La respuesta es la mesa.
Escuchar de qué hablamos y por boca de quién.
Cambiar de tema.
Y soportar el vacío que produce la pregunta del millón: ¿qué queremos?.

fuente :

http://sur.infonews.com/notas/las-palabras-y-los-cambios

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