Por : Susana Albarrán Méndez / Feminista y comunicadora social,colabora en Red Nosotras en el Mundo 
Como bien se ha apuntando en las aportaciones anteriores, el porvenir de internet es el único camino por el que los medios de comunicación –hegemónicos o críticos, grandes o pequeños, – van encaminados hasta que se invente otro nuevo soporte y, con ello, la adaptación a nuevas formas y tiempos de producción de información. El no sólo utilizar los soportes analógicos –ondas hertzianas, TV, papel– implica de entrada tener que tomar en cuenta la brecha digital entre quienes tienen acceso y quienes no.
Ahora mismo los medios críticos somos una masa sin forma, tan líquida como los tiempos que vivimos. Hemos pasado en pocos años, como ya decía Ramonet, “de los medios de masas a la masa de medios”. Esto es parte de lo que esperábamos de la democratización de la comunicación ¿cierto? Muchos/as periodistas han lanzado sus propias iniciativas una vez perdidos sus puestos de trabajo, pero también la ciudadanía 2.0 se ha incorporado –como nunca antes– como fuente informativa y de opinión. Ahora, ¿es que por más diversidad tenemos más incidencia? Sin duda la diversidad es positiva y temas importantes de la calle se han incorporado sí o sí en la agenda de los grandes medios –desahucios, preferentes, sanidad, aborto, CIE…–. Pero no confundamos iniciativas de comunicación con medios de comunicación al uso y que probablemente en esta era de la comunicación sean ya inoperables, insostenibles.
En esta etapa estamos de la coyuntura mediática actual. La radio, medio en el que concentro mi experiencia profesional vital, no ha escapado a la adaptación de las nuevas tecnologías y con ello al nacimiento de nuevas iniciativas radiofónicas más que por ondas, en internet –por la casi imposibilidad de cubrir los requisitos de una licencia–, pero no por ello menos novedosas. Se ha innovado en su figura jurídica y gestión, como la cooperativaION Radio; en su organización y participación, como Agora Sol; o se han renovado comoRadiópolis en Sevilla, a pesar de que nació fruto de los presupuestos participativos cuyo alcalde popular eliminó nada más llegar al cargo.
El reto de antiguas y nuevas radios –y suponemos de los medios en general– es ser lo bastante flexibles en un momento en que los hábitos de la audiencia han cambiado también. Encontrar las nuevas formas en que podamos captar el interés del público en un mar de medios –aun más profuso que antes de las TIC– no será fácil ni rápido. ION Radio tiene como lema “periodismo a fuego lento”, algo así como una cuidada selección de contenidos más que abordar la acuciante actualidad. Esto ya lo hacían antes otros medios comunitarios e independientes, más por limitación de recursos –pero con una agenda de contactos de movimientos sociales– que por desearlo. Sin embargo, ahora esto puede significar un plus, dado que el contacto con corresponsales ciudadanos en todo el mundo, en constante y rápida comunicación puede ofrecer informaciones antes exclusivas sólo para los medios generalistas con recursos.
Otra lucha no menos importante será buscar el equilibrio para que nuestro trabajo pueda seguir siendo una fuente de ingresos digna y no participar en el juego sucio de mantener puestos de trabajo en medios públicos o independientes de gestión imposible. El crowdfunding es una posibilidad de complementar y diversificar la obtención de recursos. Pero sincerémonos, ¿a cuántos de esos proyectos puede la ciudadanía –en gran medida nuestras propias redes– aportar durante el año? ¿Y el siguiente?
Hemos recibido de la misma manera que los generalistas el impacto de la lógica de la información online y en la crisis también vuelven a salir a flote nuestras debilidades.
Por lo tanto, la necesidad de reinventarse. Pero ¿lo haremos sin caer en la misma lógica o seremos capaces de inventar una distinta? Reflexionar sobre la situación de nuestros medios es también parte del debate democrático tan importante como el debate de un nuevo proceso constituyente. Acercar “la conversación entre plazas”, como escribiera Amador Savater, comunicar la injusticia y drama de un desahucio, o la pérdida de derechos en lo cotidiano seguirá siendo necesario. Para ello tendremos que pasar de ser iniciativas de comunicación a la creación de amplias redes que establezcan nuevas lógicas en el manejo de la información que sigan poniendo en jaque a los discursos fraudulentos.
Fuente : http://www.diagonalperiodico.net/

